Cien Años del Parlamento Mapuche de Coz – Coz
A un siglo de la realización del histórico parlamento mapuche en el territorio de Coz-Coz, y tras la celebración efectuada el 18 de enero de 2007 en el mismo lugar, se hace necesario rememorar su origen y el extraordinario documento de denuncia elaborado por el periodista Aurelio Díaz Meza, corresponsal en Valdivia del ya desaparecido Diario Ilustrado.
El año 2002 publicamos una primera versión del parlamento de Coz-Coz y nos sentimos honrados al constatar que fue un apoyo fundamental a la memoria del pueblo mapuche y a la conmemoración del centenario de tan trascendental encuentro.
El territorio de Coz Coz* se sitúa en la zona de Panguipulli, al nororiente del lago del mismo nombre, en la actual y reciente Región de los Ríos. Ahí, el 18 de enero de 1907, se consumó el último parlamento mapuche destinado a decidir el cacicazgo de las comunidades de “ochenta leguas a la redonda”. El objetivo era unir fuerza y pensamiento para defenderse de los atropellos, vejaciones y asesinatos cometidos por chilenos y extranjeros codiciosos asentados o colindantes a las tierras ancestrales de los indígenas.
El parlamento anterior celebrado con el general Cornelio Saavedra en 1864, cerró parcialmente el proceso de “Pacificación de la Araucanía”, eufemismo con el cual se denominó la campaña militar de la República de Chile, encaminada a la toma definitiva del territorio entre el Bio-Bio y Valdivia. Pero el acuerdo no tuteló mayormente los derechos de los mapuches, a quienes -como consta en el reportaje que hoy reeditamos- arrebataron junto a su dignidad, sus posesiones, animales y tierras. Y también innumerables vidas.
En 1857 se establecieron en la Araucanía los misioneros Capuchinos de la orden Seráfica de San Francisco de Asís.
Ya en 1904 arribó a Panquipulli el misionero capuchino Fray Sigifredo de Franenhaus doctorado en Derecho de Baviera, enviado a instalar una misión en la zona.
El misionero, en los años posteriores y al tanto de los vejámenes que se cometían a diario contra los indígenas, se erigió en su defensor alegando infructuosamente por la aplicación de la justicia en los tribunales de Valdivia.
En sus continuos viajes a la ciudad de los ríos, conoció al joven periodista del Diario Ilustrado, Aurelio Díaz Meza, invitándolo al Parlamento de Coz Coz, para que él, por propia vivencia, dé cuenta y difunda la grave situación que aqueja a los mapuches de la zona de Panguipulli.
Este reportaje testimonial, refleja la mirada de un joven periodista ansioso por develar la parafernalia instalada en relación a los mapuches: “los indios son borrachos, flojos, ladrones, miserables”.
Una apreciación aberrante, como sabemos aún en boga a pesar de los avances que se realizan en la relación de la sociedad chilena con la indígena, y que ha legitimado todo tipo de abusos e injusticias.
El Parlamento de Coz-Coz posee la importancia de ser una visión en terreno y una apreciación con mirada periodística, flexible, que va modificando su juicio inicial al contacto directo con el medio territorial donde se desarrolla, y las personas indígenas que protagonizan este emblemático encuentro.
Cuando nos enteramos de las formas de apropiación de tierras mapuche por medio del engaño y la violencia ejercida por chilenos y extranjeros avecindados en estos territorios, nos surge la interrogante en relación al verdadero origen de los títulos de dominio hacendal actuales. Quizás un profundo estudio histórico dilucidaría con justicia y equidad actuales conflictos de tierras irresueltos.
También nos convoca a reflexión las denuncias casi nunca tomadas en cuenta, en este caso, por el Juzgado de Valdivia, tal como lo aseveran los testimonios entregados al periodista por los caciques Francisco Huichalaf, Antonio Cañiuñanco y otros. En la lista de los despojadores aparecen los nombres de Joaquín Mera, “el bandido Mera”, como recuerdan aún algunos ancianos lafkenches de San José de la Mariquina; Engelmeyer, Jaramillo, Abel Peña, la Compañia Ganadera San Martín y su gerente Fernando Camino, de triste recuerdo en Panguipulli; el capitán Lange, Cortéz, Dionisio Vio, Francisco Sproel, el juez Francisco Frías, etc.
Este reportaje se realiza en 1907 durante el gobierno de Pedro Montt, hace exactamente un siglo. Y entrega antecedentes valiosos de la conducta indígena, tales como el respeto a las leyes con las cuales son sojuzgados, el acatamiento a la orientación pacifista de los misioneros, la disposición a enrolarse para combatir por Chile cuando se habló de guerra con Argentina.
Su lectura despierta resonancias con el tono asombrado de Pineda y Bascuñán en el relato de sus nueve meses de Cautiverio Feliz entre los mapuches, tres siglos antes, al descubrir que los indios no eran los “demonios” que los españoles creían, sino todo lo contrario… Y también poseen alma.
Documentos como estos ayudan a despejar la ignorancia que existe acerca de los pueblos originarios de Chile.
Parafraseando a Leonardo de Vinci: “Amamos lo que conocemos. Y amamos profundamente lo que conocemos profundamente”.
El mutuo, profundo y solidario conocimiento es el camino del respeto y aceptación a la diversidad: somos iguales, porque somos distintos. Sin embargo, la persistencia de injusticias no resueltas, nos hace pensar que tal vez estos han sido, parafraseando a Gabriel García Márquez, “cien años de soledad”.
06/02/2007 at 3:09 pm
hoy mas que nunca se hace necesario reafirmar el respeto y la defensa irrestricta a la diversidad etno cultural.
06/02/2007 at 3:11 pm
hoy, en tiempos de globalizacion se hace necesario reafirmar la defensa y proteccion de las comunidades indigenas. asi mismo el respeto por la diversidad etno cultural.
desearia que me mandaran mas informacion al respecto.
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