El Tatio Llora

tatio likanantay Geotérmica del Norte recibió autorización de la Conama para perforar en los géisers de El Tatio, Región de Antofagasta, al menos cuatro pozos de 2.500 metros de profundidad. La empresa ya firmó convenios con las comunidades indígenas de Caspana y Toconce. Pero no todos están de acuerdo. Los atacameños exigen se les restituyan tres millones de hectáreas para “salvaguardar el agua y el territorio”. Según los voceros del pueblo lican antay la escasa agua que corre hoy por los ríos Salado y Loa desaparecerá. “El Estado nos quita el agua y los recursos naturales, entregando a las geotérmicas facultades y autorización para explotar territorios que no le pertenecen, que son lican antay”, señala el Consejo de Pueblos Atacameños. Para lican antay y quechuas se están vulnerando derechos ancestrales. Pronto se construirán torres de alta tensión que conducirán energía a las mineras, afectando aún más el entorno. Para los indígenas, El Tatio es un lugar ceremonial y su destrucción alterará el ecosistema en que sobreviven vicuñas, guanacos, gatos andinos, suris o ñandús, loros, lagartijas y vizcachas, además de especies vegetales únicas como la yareta -que logra recién su madurez a los doscientos años de vida-. Sostienen que la intervención geotérmica dejará más pobreza y migración, acabando con el turismo ecológico que vienen desarrollando.
“El agua en el desierto es un tesoro, donde nace el agua, nace la vida. Pero de ese tesoro se apropian las empresas geotérmicas y mineras para convertirlo en dinero. El agotamiento del agua causará un desequilibrio en el ecosistema de la cuenca del Salar de Atacama”, dice Amelia Mamani Charcas, presidenta de la Agrupación Sumac-Llajta, de Calama. “Si el Estado continúa la intervención y sobreexplotación de recursos naturales en territorios indígenas, no sólo vulnerará nuestros derechos, obligándonos a migrar, sino también afectará la biodiversidad de la cual todos somos parte”, dice Sonia Ramos Chocobar, representante de los cultores y guías ancestrales de San Pedro de Atacama y Solcor. “Secaron las vegas, los bofedales, los afluentes… Las mineras han hecho grave daño llevándose el agua. Y ahora van por El Tatio. Es peligroso porque vamos a desaparecer. Si destruyen los géisers y secan el agua, ya no quedará nada”, dice Carolina Yufla, de Toconce.
En la comunidad de Toconce, viven 24 familias, la mayoría ancianos dedicados a la agricultura y pastoreo. “Caspana firmó un acuerdo y Toconce también. La empresa prometió trasladar agua de Potreros a Toconce y dar cierta cantidad de litros de petróleo para la energía eléctrica. La gente no está consciente de lo que eso significará. Los dirigentes en Toconce no han dicho toda la verdad sobre los daños que se causarán. La gente ve que luz y agua son cosas básicas y la empresa engañó y se aprovechó para sacarles la firma. Pero no todos estamos de acuerdo”. Yudit Berna, agrega: “Tergiversaron la información y se aprovecharon de los ancianos que no saben leer ni escribir. Quienes viven en el pueblo deben pagar mensualmente para comprar petróleo para luz eléctrica”. “El presidente de la comunidad, Pascual Yufla, dijo a la gente que el proyecto geotérmico se haría aunque Toconce se opusiera, que se iba a instalar igual y que era mejor firmar antes de quedar sin nada”, agrega Carolina Yufla.

Proyectos cuestionados

Geotérmica del Norte no es la única empresa interesada en los géisers de El Tatio. Según la Empresa Nacional de Geotermia (ENG) los daños al ecosistema por la explotación en la quebrada del Zoquete, en El Tatio, “serán menores y no afectarán las aguas superficiales o subterráneas”. Ya hay varios pozos. “Las mineras también dijeron que no afectarían el caudal de los ríos, sin embargo hoy vemos pueblos sin habitantes por falta de agua”, señala Tomás Ramos, empresario hotelero de San Pedro de Atacama.
Según el gobierno explotar los géisers diversificará la matriz energética, produciendo electricidad a bajo costo. “No puede ser a costa de la vida de los pueblos originarios”, dice Amelia Mamani. “Nos oponemos a lo que quieren hacer en El Tatio, porque se afectará la cuenca hídrica, aguas superficiales y subterráneas. Se acabará el agua, pues las napas subterráneas están comunicadas entre sí. Cuando las mineras han explotado el agua subterránea los acuíferos han disminuido o desaparecido. Hay ríos secos. Ojos de San Pedro, donde nace el Loa, por ejemplo, fue un lugar hermoso, hoy es un desierto”, agrega Sonia Ramos.
Las movilizaciones contra la explotación geotérmica se iniciaron en 2007. Dirigentes de indígenas, agricultores, migrantes, organizaciones de mujeres y empresarios turísticos interpusieron recursos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) e informaron a la Comisión de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas. Solicitaron a la presidenta Bachelet que ordenara el cese de la intervención en El Tatio. Los municipios de San Pedro de Atacama y Calama también se oponen a la explotación. El Tatio es administrado por las comunidades de Caspana y Toconce. “Se generarán apenas 40 MW en beneficio de Codelco. No quieren más energía, sino explotar el cobre a un menor costo”, señala Luis Jorquera, dirigente de los agricultores de Calama.
Según los indígenas y empresarios turísticos las perforaciones, instalaciones y la presencia humana afectará a la fauna nativa que ya está en peligro de extinción. En el lugar hay vegas y bofedales protegidos por la Dirección General de Aguas. “Vicuñas, guanacos, gatos colo colo y otras especies migrarán a otras zonas en busca de alimento y agua, ya que su hábitat será invadido. Así ocurre con los guanacos que están emigrando a sectores bajos, y con las parinas o flamencos cuya población ha disminuido por el uso de sus aguas. El Tatio es un abrevadero ancestral. Es lamentable que no se considere el sentir de las comunidades indígenas”, dice Amelia Mamani.
A esto se agrega que El Tatio fue declarado por Sernatur zona de interés turístico. “Hay zonas de valor arqueológico, ecológico y paisajístico que debieran ser preservadas y son un potencial de recursos para la actividad turística”, dice Tomás Ramos. El valor patrimonial y cultural para los lican antay y quechuas, que han desarrollado ancestralmente actividades ganaderas en las vegas circundantes, es incalculable. Las comunidades indígenas de Machuca y Río Grande, que también alegan derechos sobre El Tatio, no han sido consideradas.
Para las autoridades el proyecto geotérmico se hará sí o sí, y se mitigará y compensará cualquier “impacto negativo”. La Comisión Nacional de Energía encargó a la consultora Point Environmental un estudio técnico, que se tradujo en observaciones que se incorporaron en la Resolución de Calificación Ambiental. Los acuerdos de cooperación y compromisos entre las comunidades de Caspana y Toconce y la empresa Geotérmica del Norte ya están en marcha. Geotérmica del Norte tiene otras dos concesiones de exploración en Apacheta -Ollagüe, de 33.000 hectáreas-, y La Torta -San Pedro de Atacama de 39.000 hectáreas-. “Si se llevan el agua y destruyen los sitios sagrados, ¿a quién pediremos explicaciones? No basta que vengan dirigentes indígenas a hacer discursos, hay que actuar. No hay que permitir que destruyan nuestros pueblos y acaben con nuestra cultura y forma de vida”, dice Mirta Solís Cenzano, presidenta de la comunidad Catarpe, en San Pedro de Atacama.
Se han presentado 95 solicitudes de concesiones geotérmicas desde que se promulgó la ley el año 2000. Julio Ramos, presidente del Consejo de Pueblos Atacameños, dice: “En todo el proceso por el proyecto geotérmico en El Tatio y en otros problemas en nuestro territorio, hay desigualdad de condiciones tanto en la información, el financiamiento para los estudios y en las instancias de participación. No sólo es un tema medioambiental sino político, que implica vulneración a nuestros derechos. El Código de Aguas prohíbe nuevas exploraciones y extracciones de agua subterránea. Las aguas que nacen en El Tatio son afluentes del Loa, declarado agotado por la DGA en enero de 2000”.
A mediados de marzo, en Ayquina se realizó el Tercer Congreso de los Pueblos Atacameños. Entre sus conclusiones destaca la defensa colectiva del “territorio y el agua del pueblo lican antay, un patrimonio que debemos defender”.

Agua sagrada

Raúl Mondaca, dirigente de Toconao, dice: “Ya no puede haber más pedimentos de agua. La cuenca no resiste más. En el borde este del Salar de Atacama, la empresa SQM extrae cloruro y sulfato de potasio, ácido bórico y salmuera rica en litio, cada vez con más agua. Ahora van por El Tatio. Y el gobierno parece que tenía esto cocinado. Son pocos los países que como Chile entregan derechos de agua a perpetuidad y concesiones a discreción para depredar recursos preciados”.
Durante una visita a la zona, el ministro de Energía inauguró proyectos de iluminación para la torre de la Iglesia de Toconao y para la iglesia de San Pedro de Atacama. Marcelo Tokman se refirió al proyecto geotérmico: “El Tatio está avanzando de forma adecuada, cuidando todos los factores involucrados en esa intervención, como el agua, las comunidades, las factibilidades, los costos y la importancia como activo de los géisers, vale decir como una de las figuras iconográficas del turismo”. El gobierno insiste en presentar la explotación en El Tatio como solución a la crisis energética. Pero los 40 MW que produciría irán a Codelco. La línea de alta tensión que unirá El Tatio y Chuquicamata se comenzaría a construir el próximo año.
En Puchuldiza, al sur del Salar de Surire, los géisers prácticamente se extinguieron luego de sondajes de exploración. Científicos expertos en energía geotérmica como John Glennon, del Departamento de Geografía de la Universidad de California; Ron Keam, de la Universidad de Auckland; Phillip Bennett, de la Universidad de Texas; Annette Engel, de la Universidad de Louisiana; Colin Harvey, director del Instituto de Ciencia Geotérmica y Nuclear de Nueva Zelandia, entre otros, han advertido de la errónea decisión de explotar los géisers.
“Es un crimen que destruyan El Tatio. En ese lugar está la napa más grande de toda la región, la mayor reserva de agua que nuestros pueblos ocupan para la agricultura, para el consumo, para la fauna. Nos maravillamos con todos los animales que hay… Eso se destruirá completamente. Los animales no están acostumbrados a la presencia humana, al trabajo de maquinarias, a sondajes y sismos por explosiones. Los animales y aves si no logran emigrar simplemente van a morir. Las vicuñas ya no están entrando a los bebederos donde acostumbraban tomar agua porque ya están trabajando las empresas geotérmicas… Construyeron una torre, hay letreros, máquinas y camiones, tienen cerrados los pasos. No dejan pasar a los guías y turistas. No dejan transitar a los indígenas del lugar. ¡Cómo es posible que el Estado permita esto! En Tata Iu -El Tatio- respira la tierra, es el abuelo que llora”, dice Amelia Mamani.

ARNALDO PEREZ GUERRA / En El Tatio
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 683, 17 de abril, 2009 ¡¡Suscríbase a Punto Final!!)

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